Muy
de refilón la Cuentista os ha hablado alguna vez de Patri.
Patri
entró en su vida hace unos años como “mamá del cole” y poco a poco se hizo un
hueco en la vida y en el corazón de la Cuentista.
Antes de nada debo aclarar que Patricia
es otra Cuentista de la vida, imaginativa, chisposa, con esas salidas de tono que si no pillas te dejan muerto matao, irónica y de humor afilado. La vida pasa a su lado y parece que ella no mira, pero ve. Siempre ve.
Muchas
veces pienso que Patricia debería ser conocida como “la mujer bota” porque es
de esas personas que suelen dejar huella. Generosa, buena y absolutamente loca.
Por
esas casualidades de la vida, esas que tanto se dan en mi vida de Cuentista, el
mismo día que los niños empezaban las vacaciones de Semana Santa decidimos irnos juntas a la cabaña. Coincidía que también venía Pablo, el hermano de la Cuentista (conocido ya por todos a estas alturas) y su hija Laura, por lo que así juntábamos a los cuatro bichillos para poder jugar en el río y pasarlo de miedo.
Y
allá nos fuimos todos.
Realmente la
Cuentista iba con intenciones aviesas, quería preparar recetas nuevas,
encender y probar el horno de leña con algunas y necesitaba
conejillos de indias: de ahí que necesitara invitados.
Vamos a aclarar que Patricia no es una gran amante de la cocina, de hecho no le gusta cocinar… y quiero gritar aquí y compartir con todos vosotros que cocinó mucho y muy bien durante esos días.
Después me reconoció que la relajación y paz de la cabaña la hicieron sentir “como si estuviera fumada”.
¡¡Eso debió provocar sus ganas de cocinar!!
Una
de las recetas que salieron de esos días fue una focaccia esponjosa.
No
necesita amasado por lo que todos deberíais preparar ésta receta al menos una
vez sin añadir ingredientes extra, como pan sin más. Debo decir que NO TIENE
NADA QUE VER CON LA FOCACCIA clásica por lo que no debéis esperar un pan-pizza.
Queda como pan, pan.
La
podéis hornear con los ingredientes que queráis (bacon, chorizo, queso,
aceitunas verdes, ajo, loqueseosocurra…) y comerla como tostadas, como
bocadillo o a bocados. En ésta ocasión dejé que cada cual cortara la focaccia
al gusto, en la mesa había una ensalada de berros con higos y terminamos
preparando minibocadillos con la ensalada.
De
la despensa:
500 gr.
de harina de fuerza.
400
gr. de agua.
1
cucharadita de sal.
25
gr. de levadura fresca.
Para
mi focaccia:
1
puñado de aceitunas negras aliñadas con pimentón.
½
cebolla roja.
Manos
a la obra:
1.
Separar medio vaso de agua y diluir la levadura. Reservar.
2.
En un recipiente echar la harina, el agua, la sal y la mezcla de levadura
diluida.
3.
Mezclar todo con una cuchara o con la mano.
4.
Cortar la cebolla en tiras. Echar a la mezcla.
5.
Deshuesar las aceitunas, cortarlas por la mitad y añadir a la mezcla.
6.
Mezclar todo, tapar con papel film y dejar reposar en un sitio sin corrientes
un mínimo de dos horas. Cuántas más mejor. Con el paso de las horas crece
muchísimo y se llena de agujeritos de aire. Esa es la gracia.
7.
Untar con aceite un molde, yo utilizo una bandeja pirex rectangular, si es
grande la focaccia quedará más planita. A gustos.
8.
Echar toda la mezcla en el molde elegido y NO TOCAR MUCHO, dejar reposar media hora más y ella sola se asienta con la forma que quiera.
Precalentar
el horno a 250º
9.
Echar un vaso de agua dentro del horno, en la bandeja inferior o con
vaporizador si no tenéis. Eso nos hará una corteza estupenda.
10.
Hornear a 250º entre 5 y 10 minutos, bajar la temperatura del horno a 200º y dejarlo 20 minutos más
Y colorín, colorado....ésta receta se ha acabado.